Bienvenido Nº: TU A LO TUYO!!!

martes, 16 de diciembre de 2008

EL AUTOBUS


Nunca pensé salir de mi casa y menos a otro país, ¿para qué si acá estoy bien?. Pero la vida tiene esas cosas, y fue ahí cuando me di cuenta que la vida es como el mar y nosotros somos la botella que ha sido arrojada. Nunca sabremos a donde iremos a parar.
Como me gusta ver el paisaje por la ventanilla de un autobús. Es como si la vida pasara a toda velocidad y lo único que no se mueve es el cielo. ¿Qué pensará la gente que está sentada en este mismo autobús?, ¿En sus trabajos, en sus familias o en lo mismo que yo?, ¿Por qué no nos animamos a mirarnos a la cara?. Sólo miro a la chica que está a mi izquierda, pero cuando ella no me mira. Ahora... ¿ella me mi mira cuando no la miro?, no lo sé y creo que nunca lo sabré por una simple razón... sólo la miro cuando no me mira.
Ahora está comiéndose un yogurt y un plátano. Lo sé porque no me mira. Como me gustaría que me mirase y me dijera: “hace una hora que sólo te miro cuando no me miras”... me muero, juro que me muero. Pero que torpe sería de mi parte morirme justo en el momento en que una mujer así te diga eso. Pero yo soy así, sería capaz de morirme en el mismísimo momento en el que nadie lo haría.
Sólo nos separan dos asientos y un pasillo. Y creo que es una distancia enorme. Sé que no lo voy a lograr. Hablar con ella sería casi imposible. Y lo peor de todo es que... ni siquiera me mira. No sé porque me detengo hablando sólo de ella si somos muchos en este autobús. Bueno... en realidad me estoy mintiendo a mí mismo porque sí sé porque hablo sólo de ella.
Ahora está jugando con su espejo. Aparentemente quiere estar más linda. Que estupidez, no se puede estar más linda. Porque realmente es hermosa. Y si pudiera, ahí si me muero. Otra vez jugando con la muerte. Ya morí dos veces en este viaje.
No me animo siquiera a preguntarle la hora por miedo a que se dé cuenta que yo también llevo reloj. ¿Tendrá novio?, seguro que sí, una mujer así jamás podría estar sola. Entonces ya no tengo oportunidad. Pero... ¿Para qué quiero una oportunidad si estoy evitando que se dé cuenta que la estoy mirando?. No sé que hacer. Bajarme del autobús no puedo porque ni sé por donde estoy. Creo que lo único que me queda es... contarle la historia.



Pablo Claro

miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL ESPEJO


Acababa de salir del baño cuando me detuve en el pasillo para llegar a mi habitación. Quedé pensando unos segundos. Tenía lo ojos como un dibujo animado, la marca del cojín en la cara y el pelo que parecía un nido de pájaros. Retrocedí unos pasos, volví a meterme en el baño y lo vi. Era la primera vez que sólo dedicaba mi tiempo por algo que siempre utilizaba pero no le daba la importancia o la atención que se merecía: “El espejo“.
Primero comencé a observar el marco. Tocaba los vértices acompañándolos con la punta de mis dedos y luego me puse a pensar mirando mi imagen reflejada en el espejo: ¿Quién será el verdadero Pablo, él o yo?. Porque creemos que somos “nosotros” los verdaderos, pero la verdad es que nunca oímos decir lo que dice nuestra imagen. Además hablamos al mismo tiempo y el sonido de la voz es unísono. ¿Qué hará mi otro yo cuando no lo veo? ¿Hará lo mismo que yo? ¿Se juntará con las imágenes de las personas con las que yo me junto?. En ese momento creo que había perdido no solo el conocimiento, sino también la razón y la orientación, porque en ese entonces ya no sabía quién era la imagen reflejada, si él o yo, o mejor dicho, si yo o mi otro yo.¡Que horror!,¿Y si yo era él y lo trataba como él y no como yo?.
No quería parpadear para ver si él (o sea, mi otro yo) lo hacía primero, pero el desgraciado aguantaba tanto como yo. Luego vi que tenía la nariz sucia y le señalaba el lugar para que se limpiase. Y fue ahí que tuvo un gesto muy digno para ser sólo una imagen reflejada en el espejo. Me señaló que yo también tenía la nariz sucia en el mismo lugar que él. Y comenzamos a reírnos con carcajadas tan fuertes que hasta los vecinos nos golpeaban las paredes para que hagamos silencio. Fue uno de los momentos más divertidos y emocionantes de nuestro encuentro. Y es por eso que en ese instante comprendimos que no éramos simples imágenes, sino que éramos amigos y nos cuidábamos mutuamente. Yo le corregía los errores y él los míos para estar bien durante el resto del día, porque además no nos íbamos a ver.
Ahora cada vez que voy al baño, no solo voy a asearme y arreglarme. También voy a hacer algo que es más importante que todo eso... Visitar un amigo.


Pablo Claro

sábado, 30 de agosto de 2008

VOLAR


Este es el comienzo de algo que siempre se acaba. Porque todo se acaba. Se acaba el tiempo, se acaba el día, se acaba la noche, se acaban las pilas, se acaban las ideas, se acaba el sexo, se acaban las ganas y hasta el amor se acaba. ¡Que bueno sería que nada acabase!. Que bueno también sería poder volar. ¿Volar?. ¿Qué es volar?. Creo que es sentirse libre, como las aves. Pero no sé realmente si son libres. Quizás estén presas de sus alas y nosotros las veamos con una visión de libertad. Los besos te hacen volar. Los cabellos de una bella mujer también te hacen volar. La vista que hay desde el cielo no es la misma que desde la tierra y es por eso que el volar marca la diferencia. Volar. Volar en los brazos de una mujer que vuela es soñar que estoy volando. ¿Morir es volar o es quedarse sin haberlo hecho?. Que rabia me da, la vida pasa volando. Estoy ansioso por saber qué siente una pluma cuando se deja llevar por el viento, o una hoja cuando se desprende de algún árbol. Existen sensaciones para definir el volar, como por ejemplo: estar levitando, o sentirse en el aire cada vez que uno ve a alguien que no sólo le mueve el cerebro, sino también el corazón. Estoy seguro que podría tocar las nubes con la punta de mis dedos, pero no estoy seguro lograrlo solo. Quizás es porque mi sueño sería hacerlo pero con alguien a mi lado. La vida te da pocas posibilidades, pero lo malo es que no te avisa, y es por eso que debemos estar atentos porque siempre nos damos cuenta; pero cuando ya han pasado esas posibilidades. No me gustaría ver pasar las oportunidades delante de mis ojos. Es terrible pensar que lo pude tener y por no estar atento haberlo perdido. Será ese el motivo por el cual siempre me gusta comenzar cosas nuevas, porque la vida me muestra cada día que el comienzo de algo siempre se acaba. Porque todo se acaba. Se acaba el tiempo, se acaba el día, se acaba la noche, se acaban las pilas, se acaban las ideas, se acaba el sexo, se acaban las ganas y hasta el amor se acaba. Solo espero que la sensación y los deseos de volar... nunca se acaben.

Pablo Claro

domingo, 3 de agosto de 2008

INTERESANTEMENTE SIMPLE


Una vez a la semana salgo a caminar por mi barrio para ver si logro encontrar a la mujer de mi vida. Las veo pasar a todas con indiferencia, pero tengo que llamar la atención como sea. No sé a cual elegir porque mi ciudad parece un harem, todas hermosas. Entonces fue cuando pasó delante de mí una morena impresionante que a su paso dejaba una grieta. Porque hasta el suelo no soportaba tanta belleza. -Tengo que pensar algo inteligente. No puedo hablar sobre cualquier cosa. Tengo que demostrar que soy un tipo interesante. Y en el momento en que iba a cruzar la calle, el semáforo se puso en rojo. ¡Sí, Dios existe!. Me acerqué a ella muy lentamente con un andar provocativo. No se me ocurría nada. Mi mente estaba en blanco. Y justo en ese instante pasó delante de nosotros un coche con una pegatina de “greenpeace” con un logotipo de la radioactividad, el dibujo de un pez y una inscripción que decía: “cuide la ecología”. Entonces pensé: ¡ya está!. ¡Le pregunto algo sobre la radiación!. Me sentía un ecologista, es más, me sentía Jacques Costeau. Me acerqué a ella y le dije: -¡hola! ¿Qué tal?, ¿Te gustaría conversar un momento conmigo?
-bueno, ¿por qué no? - contestó.
Era mi oportunidad para demostrarle que mi cabeza no solamente la tenia para juntar piojos.
-¿sobre qué te gustaría hablar? Me dijo.
Ya me sentía ganador. Me sentía como David Bisbal en operación triunfo. La miré a los ojos y le dije: -¿qué opinión me darías acerca de la radiación en el agua?. Por dentro me decía a mí mismo: ¡vamos todavía!, pero por fuera era un caballero de la mesa redonda.
- ¿de qué? Me dijo. Juro que casi le dije: -¿de la radiación en el agua “tonta”?. pero eso de tonta me hubiese quitado puntos
- ¡ah, sí!, Bueno mira: la cantidad de radiación que llega a un sistema acuático va a posibilitar la capacidad de fotosíntesis a determinadas comunidades betónicas. Hay una determinada zona de los sistemas acuáticos dentro de la cual se puede llevar a cabo un balance fotosintético positivo llamado “zona eufótica” donde la fotosíntesis bruta supera a la respiración total.
¿¡Foto qué!?, ¿¡Eufo qué!?, ¿¡Respi qué!?. Juro que en ese momento sólo pensaba en el gol con la mano de Maradona contra los ingleses.
Trataba de acordarme cuál había sido la última frase o la última palabra que había dicho, así seguía la conversación o sino estaba frito. Y fue ahí que le pregunté con un poco de miedo, obviamente, a lo que supuestamente iba a venir. Tenía que demostrarle seguridad en las palabras. Sudaba más que un testigo falso.
- ¡que importante el coso eucaliptico!... ¿no?
- ¿qué cosa? Dijo haciendo un gesto de no haber oído bien.
- el calisto ese. Mi lengua se trababa cada dos letras que pronunciaba.
- ¿la zona eufótica?
-¡sí! ¡Lo que acabo de decir!. El alma me había vuelto al cuerpo.
- ¡ahh!, Si claro, porque la zona eufótica es específica para cada tipo de alga, aunque sus diferencias son pequeñas.
Semáforo salvador. ¡Verde!. La gente comenzó a empujar para cruzar antes que éste cambiase de color. ¡Si, Dios existe!. Me dejé llevar por la gente como si fuese un ladrón que había sido apresado. ¡Zafé!.
Seguí caminando. Me paré a mirar en una tienda de ropa unos pantalones que siempre quise comprármelos, pero eran esos pantalones que nunca podría usar. Y cuando me di la vuelta para retirarme se acercó una mujer de pelo rojo. Le quedaba tan bien ese color que hasta me hizo acordar a un atardecer. Primero pensé en preguntarle lo mismo, pero si me respondía todo eso de nuevo me cortaba las venas con un a barra de pan. La miraba y pensaba: -¿qué le pregunto, qué le pregunto?. Y como soy una persona que tiene un cierto grado “elevado” sobre la cocktelería, qué otra cosa podría hacer, que hablar de los cócteles. Porque ése es un mundo fascinante. Y además interesante, como yo. Me acerqué y le dije: -yo soy barman.
- ¿¡sí!?, Me dijo con una pequeña sonrisa.
- así es, y preparo cócteles, hago unas cuantas cosas con las botellas y cosas así. Yo hablaba como restando importancia a lo que estaba diciendo, pero me sentía Clar Kent, porque por fuera era una simple persona pero por dentro sabía que era Superman. Ella escuchaba cada palabra que yo decía. ¡Ya es mía, así se conquista a una mujer!, pensaba.
Cansado ya de hablar con mis humildes palabras le pregunté: -¿sabes lo que significa la palabra “cock-tail?. Ya estaba por dar vuelta el reloj de arena para comenzar a explicar algo que es muy interesante.
- sí. Me dijo
- ¿¡sí!?
-si, el término ingles cock-tail, literalmente cola de gallo, existía desde comienzos del siglo XIX. Sobre el origen de este término circulan las historias más fantasiosas y más increíbles. Pero todas están de acuerdo en un punto: fue en Norteamérica donde se inventó. Los primeros bares se abrieron allí y los primeros cócteles, dignos de ese nombre fueron allí creados. También el primer libro de recetas se editó en Norteamérica en 1862. Los dueños de los bares norteamericanos y especialmente cubanos, se convirtieron en los príncipes de este nuevo arte a la manera de los grandes gastrónomos europeos.
Hice un gesto como que alguien me llamaba y ahí comencé a correr. Esquivaba a la gente como en el segundo gol de Maradona contra los ingleses. No podía ser, las dos mujeres más hermosas que la vida había puesto en mi camino me dejaban en ridículo con una facilidad increíble. Tomé el camino de vuelta a casa. Tenía un mal humor que no soportaba ni siquiera un saludo. Faltaban solo unos metros para llegar a mi casa y la vi. Rubia, cabello largo y alisado, usaba dos trencitas y un gorrito de lana. Ojos celestes, labios finos, una sonrisa única, una camiseta a rayas que le permitía mostrar un águila tatuada en su espalda y unos vaqueros que parecía que lo hubiesen fabricado exclusivamente para ella. Era un ángel. Pero... ¿de qué puedo hablar con ella?. De lo que ella quisiera no, porque si decía de medicina o de abogacía, y yo con el mal humor que tengo, no sé que es lo que haría. Entonces solo atiné a mirarla, nada más. Tenía miedo hasta de toser por las dudas que ella pensara que quería hacerle alguna pregunta.
Nos quedamos mirándonos mutuamente y me dijo: -¡hola!. En ese momento no sabía qué hacer ¿¡qué hacia, la saludaba!?. Porque si no la saludaba quedaba como un idiota, además queda mal no saludar a una mujer, y encima ¡qué mujer!. Pero si la saludaba estaba obligado a conversar con ella. ¡Que desesperación!. Tragaba saliva, me sudaba por encima de la nariz.
-¡hola!. Le contesté con nerviosismo. Después de ese “hola” no emití sonido alguno. Estaba como petrificado. No quería dar ningún indicio de conversación. Ella observó hacia ambos lados con un poco de timidez y volvió a hablarme:
-¿te gustaría conversar un momento conmigo?. ¡Ay, se me vino la noche, se me vino la noche!. Si me hablaba de algo raro te juro que en ese momento le hacía una toma de karate o de kung fu. No dije nada. Solamente acepté haciendo un gesto con la cabeza como diciendo: sí.
- Yo aprendí muchas cosas en la vida, me decía -y no me creo una persona interesante. Podríamos hablar de ecología, de medicina, de abogacía y hasta de coctelería, que algo escuche por ahí.
Yo la escuchaba hablar mientras observaba hacia ambos lados buscando un lugar para empujarla y que me diera el tiempo suficiente para llegar a mi casa. Y fue cuando dijo: -pero todo eso a mí no me interesa. Me gustaría hablar sobre algo que nos interese a los dos. ¿Cómo puede llegar a saber una mujer increíble como ella lo que le interesaba a un melocotón como yo?, ¿Qué estaría por preguntar?. Y no tardó mucho tiempo en hacerlo:
-¿te gustaría hablar de fútbol?. ¿¡De fútbol dijo!?, ¡No lo podía creer!. Pero... ¿ella no será una de esas mujeres que sólo van a ver los partidos para mirarles las piernas a los jugadores?. Entonces le dije:
-bueno, como quieras pero, ¿de qué?, porque el mundo futbolístico es muy amplio.
-no lo sé, te gustaría hablar de... Y ahí comenzó a dudar. Lo sabía, era una de esas mujeres. Entonces decidí presionarla diciéndole: -¿de qué, dale, de qué?
- no lo sé, te gustaría hablar de... de...
- ¿y, vamos?
- de... De... ¡De los goles de Maradona contra los ingleses!
- ¡...!. Y en ese momento me enamoré. No tenía ganas de decirle que sí. Con lo que había dicho, hasta tuve ganas de proponerle casamiento. Y fue ahí que comprendí que, las cosas simples son mucho más interesantes, cuando alguien interesante... Dice cosas simples.
Pablo Claro

PORQUE SÍ


Se enciende la luz y observo que no hay nadie a mi alrededor. Estoy solo. Me encuentro sentado en una silla mirando un punto fijo en la pared. En realidad ese punto es imaginario porque no existe ese tal “punto en la pared“. Hay un cubo de basura con cosas en su interior, no sé que son esas cosas porque no se ve bien desde aquí. Arrojo un papel con forma de bola para ver si aún tengo la puntería que de chico me sacaba de tantos apuros. No, ya no la tengo. Me equivoqué. Tengo derecho a equivocarme porque soy humano. Tengo derecho a muchas cosas y una de ellas sería a no abusar de mis derechos. Tengo el derecho de ir derecho por la vida. Giro mi cabeza y no encuentro nada, juro que esperaba encontrarme algo, no sé que, pero algo que cuando lo viese dijera: ¡justo lo que andaba buscando!. Quisiera abrirme paso en esta vida pero primero tendría que hacerlo en este sitio. Empezar por algo. Por algo que no he empezado o hayamos dejado por la mitad, pero hacerlo ya.
Mi silla hace un ruido extraño, como un crujido gracioso y rítmico al moverme. Me divierte. Sigo divirtiéndome con ese sonido. Ya está, me cansé. Me gustaría recoger la bola de papel para volver a arrojarlo y así poder afinar mi puntería. Creo que no vale la pena. ¡Que difícil es seguir y que fácil es quedarse!. Tengo un secreto que lo diría a viva voz, pero dejaría de serlo si se lo contara a todos. Entonces no sé para que sirven los secretos si no se pueden decir. Que aburridos son los secretos. A veces siento que tengo la mente de un niño imaginando que poseo la edad que tengo actualmente. Me quedo con el presente, aunque el presente no exista porque todo lo que voy a decir es el futuro y lo que voy diciendo ya forma parte del pasado en el mismo momento en que lo estoy diciendo. Cada momento es único e irrepetible, por eso hay que disfrutarlo. Claro que los momentos malos es imposible disfrutarlo pero tomémoslo como experiencia, esa que nos sirve para no volver a golpearnos con la misma roca. ¿Por qué siempre ponemos como ejemplo una roca?, ¿cuándo una silla, o un cubo de basura, o una bola de papel?. Es inútil, el ser humano funciona como un rebaño, todos van para el mismo lado. ¡Ahí tenemos otra vez un ejemplo de esos!, ¿por qué un rebaño pudiendo ser un cardume, una manada, una jauría?. Es una tarea muy complicada esa de llevar la contraria como bandera porque siempre nos vamos a encontrar con una roca y un rebaño.
Ahora ya no pienso en nada, no porque no quiera pensar en nada sino porque realmente mi mente está en blanco, o negro, o azul, pero lo cierto es que no pienso absolutamente nada. Quizás estoy pensando que no lo hago y no me doy cuenta que sí lo estoy haciendo. Algunos piensan que estoy loco, pero cuando salga de aquí les demostraré que no es así. Algunos piensan que estoy loco, pero cuando salga de aquí les demostraré que no es así. Creo que acabo de escribir dos veces la misma frase. Se enciende la luz y observo que no hay nadie a mi alrededor. Estoy solo. Me encuentro sentado en una silla mirando un punto fijo en la pared. En realidad ese punto es imaginario porque... Porque sí.
Pablo Claro

ESE NIÑO


No sé como comenzar esta historia, pero creo que lo voy a hacer hablando de dónde vivo. Lo hago en las alturas, eso no significa que vivo en las nubes, sino en un piso 14. Eso sí, lo veo todo, o casi todo. Veo la gente pasar, los pájaros volar, veo aviones, coches, también veo el mar y por ende también veo barcos, lanchas, botes, más gente pero nadando o en sus motos acuáticas. ¡Como me gustaría tener una de esas!. Perdón pero no puedo dejar de mirar a esa persona que esta subida a esa moto acuática. Observo la felicidad mezclada con el vértigo por la velocidad que lleva.
Hay un niño que también lo observa. Seguramente estará pensando lo mismo que yo, que también le gustaría tener una de esas motos, pero seguramente con otros motivos. Él la querrá para jugar, yo para intentar conseguir alguna linda mujer que se enamore de mí... Y de mi moto, por supuesto. Seguramente podría conseguir más de una bella mujer con esa moto, porque es muy bonita y tiene gamas de colores preciosos combinados con formas aerodinámicas de ultima tecnología. ¡Que loco, ya estoy hablando como si fuese experto en motos acuáticas!. Las cosas que producen en nosotros las mujeres, porque si hablo de esa máquina es por ellas, o por conseguir alguna de ellas.
El niño sigue ahí sentado. Ese es un dato que se me había pasado, porque el muchacho esta ahí, sentado junto a una roca en la playa entre el agua del mar y el paseo de peatones. La arena rodea esa roca de una manera muy extraña, así por decir, porque pareciera que la naturaleza colocó esa roca para que justamente ese niño se sentara, y esa arena para que éste apoyara sus pies. Viéndolo de esa manera parecería espectacular, pero si es de la manera que lo vemos siempre... Da igual, es solo un niño más.
Hay muchas más cosas que se ven desde la altura, pero ya no me interesan porque solo observo, junto con el niño, esa moto deslizándose en el agua. Me veo subido a ella y demostrando mis habilidades a esas damas que pasan hablando entre ellas. El niño ni las mira, es obvio, es un niño y solo piensa en poder subirse y correr libremente a toda velocidad por las aguas del mar. ¡Que bonita es la rubia de la derecha; la morena tampoco esta nada mal!, pero la rubia se la ve un poco mas atenta, hasta creo que fijó su vista al lugar donde estoy. ¿Me habrá visto?. Porque si yo la puedo ver, ella también podría hacerlo. ¿No?. No creo, hay demasiadas cosas para ver en este lugar. Hay muchos edificios. Pero yo también tengo mucho para ver y sin embargo es a ella a quien estoy observando. Seguramente si yo fuese esa persona que está subida en esa moto me estarían mirando a mí, pero como estoy a más de cien metros de distancia soy un punto insignificante. ¡Ven, por eso me gustaría tenerla!, a la moto decía... Bueno, a la chica también.
Me encantaría saber si el jovencito lo está pasando bien o está triste por el simple motivo de no poder jugar con esa moto. Yo tendría esa mezcla de tristeza por la impotencia de no tenerla y diversión al ver algo tan increíble. Pero la mirada de ese niño era muy diferente a muchas otras porque se trataba de una muy difícil de interpretar. No sé como explicarlo. Las mujeres se detienen y no quitan la vista a esa persona de la moto, ¡que envidia por Dios!, pero envidia sana, jamás desearía algo malo a una persona por envidia. Pero no estaría mal que haga un poco el ridículo sin hacerse daño je je. ¡Que tonterías estoy diciendo!. Voy a bajar para ver de cerca no solo a las chicas, sino a la moto que de lejos se ve tan bonita.
Ahora sí, desde abajo se ve todo absolutamente diferente, ya sea más grande cómo también más cerca. Cuando es más grande se puede sentir la magnitud de lo que estamos viendo y cuando es más cerca los detalles están muy a la vista. Me acabo de dar cuenta que la morena es más bonita, pero la rubia no está nada mal. Ese niño sigue ahí, en el mismo lugar. Pensé que en el tiempo en que tardara en bajar, él ya no estaría, pero mis estadísticas fallaron. Me sentía un poco ridículo cerca de esas mujeres porque las miraba pero no me animaba a decirles nada. Observo que el joven gira su cabeza y nos ve a los tres, sonrió y volvió a enfocar su mirada hacia la moto. Es solo un niño, no entendería el motivo por el cual vine a este lugar. El tiempo pasaba y ya me dolían los pies de estar parado detrás de esas mujeres, entonces decidí ir a sentarme junto a ese niño que a esa altura ya sentía pena por él. Me coloqué cerca, muy cerca del joven y comencé a decirle: -¿que bueno sería conducir una moto de esas , no?. Para poder jugar y divertirse en el mar como lo esta haciendo esa persona. Yo de chico tampoco tuve dinero para conseguir una de esas, pero eso no fue impedimento para ser feliz. La felicidad se puede encontrar en las cosas más simples y no importa si el dinero no abunda. Tú eres un niño y tienes derecho a divertirte como tal. A mí también me gustaría tener una de esas motos y poder divertirme... El niño me miró, sonrió nuevamente y me dijo: -¿quién habla de divertirse? Me gustaría tenerla para intentar conseguir alguna linda mujer que se enamore de mí... Y de mi moto, por supuesto.
Pablo Claro

DIFÍCILMENTE YO


Me caigo y me levanto. Sé que me acabo de tropezar con algo pero no sé qué es. Quizás sí, pero niego querer darme cuenta. Voy al baño muy sonriente por algo que me hizo mucha gracia y me miro al espejo. Me siento ridículo al verme sonreír porque veo todos los defectos en mi cara. Maldito espejo. Dejé de sonreír por ese espejo que acaba de mostrarme lo que mis ojos nunca ven: mi reflejo. Ya que estoy aquí comienzo a practicar sonrisas para que cuando me vea alguna mujer diga: -¡que sonrisa más bonita tienes!. Ahora me siento más ridículo.
Voy hacia mi habitación y me acuesto en mi preciada cama con la mirada apuntando al techo. Algo tengo que hacer en ese techo porque lo veo demasiado blanco. O quizás es amarillo pero como hay poca luz no se ve el color original. Entonces tengo que agregar más luz. Quiero darme una ducha pero hay un problema, tendría que cruzarme otra vez con ese maldito espejo. Voy a intentar entrar al baño tapándome los ojos.
Me caigo y me levanto. Sé que me acabo de tropezar con algo pero no sé qué es. Quizás sí, pero niego querer darme cuenta. Estoy triste y no sé por qué. Quizás debe ser porque mi sonrisa afea mi cara; pero la tristeza afea el alma. Es hora de tomar decisiones uno mismo y no depender de lo que digan los demás. Voy a hacerlo aunque mi cara se vea defectuosa, porque prefiero tener un alma reluciente a dejar de sonreír. Voy a entrar en ese baño, mirarme al espejo, ducharme y sonreír.
Miro la hora y creo que todavía no pasaron ni dos minutos. Resulta muy extraño porque hace media hora tampoco habían pasado ni dos minutos. ¡Ahora sí voy a ducharme y no esperaré ni un segundo más porque veo que estoy perdiendo el tiempo!. Dicen que el tiempo es oro y tienen mucha razón porque cuando se pierden ambas cosas es casi imposible volver a recuperarlos. No sé por qué pienso tantas cosas si solo quiero ducharme. Es más difícil entrar en la ducha que ser feliz. ¿Ser feliz?. Si continuo pensando tanto me voy a caer.
Me caigo y me levanto. Sé que me acabo de tropezar con algo pero no sé que es. Quizás sí, pero niego querer darme cuenta.


Pablo Claro

SOY CULPABLE


Soy culpable de todo lo que hago mal, por más que quiera intentar hacerlo mejor. Culpable de haber nacido con una personalidad que a algunos no les guste, culpable de sonreír cuando estoy triste y de llorar cuando estoy contento. Soy muy culpable de casi todo, por no decir, de todo lo que me rodea. Culpable por sentirme culpable al no mentir cuando debería hacerlo o de decir la verdad cuando no debería. No quiero culpar a nadie por el daño que hago al respirar, porque seguramente a alguien molesto por hacerlo, es que por todo soy culpable. También lo soy por sentir cosas por personas que no sienten lo mismo por mí. Mil veces culpable o quizás más por tener ambiciones que muchos no están dispuestos a que las tenga. Culpable de envidiar y de recibir el doble de envidia. Culpable por querer ser alguien cuando quizás debería preocuparme por... ser, nada más. Culpable por llegar a lo más alto por sacrificio propio y de caer a lo más bajo por sacrificio de otros. Culpable por confiar más de una vez en quien no debería. Culpable por querer lo que quiero o decir lo que digo, por querer de una manera diferente a los demás, por cuestionar actitudes muy cuestionables y ser el más cuestionado. Culpable por tener la cabeza en los pies y los pies... ¿dónde tengo los pies?, no lo sé, pero también soy culpable de ello. Culpable por hacer que me extrañen en casa, o en el barrio, o en alguno de esos lugares donde dejé alguna vez una de mis huellas . Culpable por hacer que mis palabras le sean de utilidad a alguien. Culpable por transmitir a otros mis conocimientos y por adquirirlos también de ellos. Culpable por no aprovechar el tiempo con los que quiero. Culpable por el abandono. Culpable por una lágrima que sintetiza todo un sufrimiento. Culpable por darle a este escrito un toque dramático y melancólico. Culpable por permitir que entren en mi vida personas que no deberían entrar en la de nadie. Soy culpable por quererte, amarte, acariciarte, mimarte, mirarte... Y por no saber cuidarte.

CHARLA CON DIOS


Me sentía aburrido porque siempre escribía lo mismo contándolo de una y otra manera, pero siempre era lo mismo. Juro que ya estaba cansado de todo eso porque mi cabeza pensaba en cosas que ya nadie le daba importancia. Ni siquiera yo. Entonces fue cuando decidí salir a tomar algo en el bar de enfrente. Pedí una cerveza y algo para comer porque mi estomago no quería ser engañado nuevamente con algo líquido. El camarero me llamó avisándome que tenía una llamada telefónica. Yo me preguntaba: ¿Una llamada para mi?, ¿Si tengo el teléfono en mi bolsillo?, ¿Y por qué lo hacen al bar?. No entendía nada. Fui a uno que estaba entre dos columnas. Todavía seguía sin entender nada. Llegué al teléfono, lo levanté con una sensación de vacío, porque realmente no sabía que pensar, y dije con una voz entrecortada: -¡hola!. Hubo un pequeño silencio, como esos silencios de aquellas personas que están esperando detrás del teléfono y no se dan cuenta que le han atendido. Y se escuchó una voz muy suave que me había trasmitido una tranquilidad en cuestión de segundos diciendo: -hola Pablo, me gustaría hablar contigo personalmente. En ese momento no me salieron las palabras.
Muchas cosas estaban cruzando por mi cabeza; no sabía si era alguien a quien le debía dinero, tampoco si se trataba de algún amigo , vecino o familiar. Realmente una incógnita. Mi mente pensaba demasiado rápido como para seguirle el ritmo con mi boca, pero con un poco de orden le pregunté:
-¿quién eres, Horacio, Ale, Diego, Gastón, Hernán, Pepo?. Y así no sé cuantos nombres más. -¡no!, Dijo y se calló nuevamente. Ya me estaba poniendo más que nervioso, creo que estaba enloqueciendo. Entonces fue cuando con toda la paciencia del mundo me dijo: -soy Dios, espérame en ese bar que ya estoy contigo en unos minutos. -¡Jajajajaja! ¿Dios? ¡Jajajajaja!. ¡Que buen chiste!. Dale, ¿quien eres?. Y cortó. Por dios, que rabia. ¿quién habrá sido?. Seguía con esa duda en mi cabeza y volví a mi mesa. El camarero me sonrió. En ese entonces ya no entendía absolutamente nada y pensaba “seguramente habrá sido este tipo que se burló de mí haciéndose pasar por Dios”. fui y lo encaré de manera agresiva, porque no me gusta que se metan conmigo. -¿qué te pasa, tengo cara de payaso?. Prácticamente no dejó que terminara de hablar y esbozó algo así como: -¿Te llamó?.
-¿Quién?.
-¿Cómo quien?, tu sabes muy bien quien es. Y ahí mi cara quedó como una foto desenfocada.
-Si es una broma te digo que es de muy mal gusto y no solo eso, sino que pienso romperte la cara.
-Calma hombre, no te pongas así, tranquilo que ya vendrá y hablará contigo. Tienes suerte que te haya elegido para hacerlo.
De pronto mi cara se transformó en la mascara de “Screem”. En ese momento no tuve el diablito a mi izquierda y el angelito a mi derecha, sino que cientos de diablitos y angelitos esparcidos por todo el bar. Algunos hasta apostando en la máquina tragamonedas. Mi cabeza se preguntaba: ¿Como será Dios?, ¿Qué forma tendrá?, ¿Vendrá como hombre , como mujer o como un fantasma?. No paraba de observar la entrada al bar esperando a ver como sería. Además sonaba muy raro pensar que esperaba a “Dios”. la gente entraba al local y yo más me desesperaba pensando de qué manera aparecería. Será esa mujer... no, será ese muchacho... tampoco. De repente ingresó una persona con barba blanca, alta, y con aspecto de buena gente. Era Dios, no cabían dudas. Me levanté, me acerqué a él y le dije: -Ya estoy aquí, ¿hablamos?. Él se dio media vuelta, me observó y respondió: -bueno, sentémonos. Elegimos una mesa aislada de todo ruido y comenzamos a hablar. Prácticamente me dedicaba a escuchar, porque sus palabras no solo tenían claridad, sino que, transmitían serenidad y sabiduría. Hablamos de la vida, la muerte, y de la humanidad en sí. Yo no salía de mi asombro al saber que estaba hablando con Dios. Nada más y nada menos que él mismo. Parecía como si estuviese hablando con alguien de Hollywood, bueno eso parecía porque en realidad nunca estuve con alguien de ese lugar, pero sí, hablaba con él. Cuando le hacía preguntas no quería tratarlo como Dios, sino como una persona normal, porque de otra manera no podría seguir hablando por los nervios. Cada palabra suya parecía un aviso, como si me estuviese diciendo cosas que tenia que interpretarlas porque él no estaba dispuesto a explicármelas. ¡Había tanta sabiduría en sus frases!, y bueno, también era lo lógico, era Dios. Noté que el camarero nos observaba pero no merecía mi atención porque tenía cosas más importantes, estaba hablando con el padre de la humanidad. ¿¡Cuantas personas podrán decir lo mismo!?. Creo que ninguna y por eso me sentí en ese momento un privilegiado. La conversación se había hecho más larga de lo esperado, porque abordamos temas que nunca pensé que los iba a hablar con alguien. Es que no era “alguien” sino “él”, y ese fue motivo suficiente para contar y preguntar todo, absolutamente todo. Después de casi tres horas de charla decidió irse, no le pregunte por qué, simplemente acepté y agradecí el hecho de que haya aceptado hablar conmigo. Se fue dejando una estela de esperanza y una onda positiva en el bar. Había charlado con Dios. A los diez minutos de estar sentado y en silencio me levanté y me dirigí hacia la puerta de salida para irme a mi casa, y el camarero me miró y sonrió nuevamente. Esta vez yo también sonreí porque me sentía purificado y engrandecido por lo que había sucedido y me fui. Al poco tiempo de retirarme el camarero vuelve a su lugar de trabajo, o sea detrás de esa barra y dijo en voz baja: -Pablo, te puse a prueba y has demostrado que... crees en mí.
Pablo Claro

martes, 8 de julio de 2008

EL LIGON


El otro día me dijeron que yo era un ligón. ¡Como le gusta hablar a la gente!. Hablan sin saber. Sólo porque me vieron con Laura en el parque. ¡Ay Laura, que linda que es...! ¿Era Laura o Patricia? No, Patricia es la que tiene la hermana que trabaja en el metro. Además cuando corté con su hermana, fue ella la que me buscó, Patricia. Pero Laura es diferente, porque no se enojó ese día que me vio con Claudia, ni tampoco con Lorena. Laura es una chica que no le gustan las mentiras, pero se molestó mucho conmigo una vez, cuando le dije que me veía con Rocío. ¡En realidad no sé por qué se enojó por eso, si cuando yo estuve con Cristina no dijo nada! Eso si, nunca supo de Leticia, y menos de Lucía, porque ahí sí me mata. La que me da mucha pena es Florencia porque cada vez que está conmigo me cuenta que no soporta que yo esté con Laura, y sin embargo su prima María José se fue conmigo en una fiesta que organizó ella misma para festejar no sé qué cosa. La gente es mala y comenta. Una tarde me enteré que le contaron a Laura que yo andaba con Estela. Es que no quieren vernos juntos. Es la envidia. Sin embargo cuando salía con Isabel todo el mundo se callaba la boca. Era obvio, Isabel no es como Laura. Isabel tiene un carácter muy fuerte, en cambio Laura es más dócil, más tierna.Recuerdo que Paula, una chica con la que yo anduve, quiso ser como Laura, pero le fue muy mal, porque yo no quería a dos Lauras. Cada uno es como es y punto. Así me decía Silvina cada vez que se encontraba conmigo en el parking. Siempre evitando que me viera Giselle, porque en ese entonces estaba con las dos. Yo me siento muy bien con Laura ahora. ¿Qué loco, no? Pero hasta tengo ganas de casarme con ella. Me vino a la memoria el día que le propuse casamiento a Andrea, ¡Puf, como se puso Soledad, y Alejandra ni te cuento! Ese día me enojé tanto que me fui con Carmen. Nos fuimos a una discoteca alejada de la ciudad porque a la que íbamos siempre trabajaba Miriam, y yo no quería que me viese con otra, porque la gente habla sin saber. Llegamos a la discoteca y ahí conocí a Laura ¡Ay, Laura! que linda que es Laura...¿Era Laura o Patricia?


Dedicado a mi colega Sergio Galetti

viernes, 4 de enero de 2008

DESEOS


Tengo ganas de caerme, pero si me caigo me lastimo. Tengo ganas de elevarme, pero si me elevo no sé hasta dónde puedo llegar. ¿Y si me hago a un lado?. Mejor no, porque dejaría el otro. Quiero ser, ¿ Pero ser qué?. Quiero estar, pero no sé dónde. ¿Dónde comienza el cielo? Pero... ¿Dónde termina la tierra?. Quiero soñar, pero también despertar, así podré saber que fue un sueño. Los sueños son deseos. Quiero desear los mejores sueños. Quiero beber hasta el final, pero saber de antemano cuando va a llegar, así no me sorprende ese final. ¿Por qué el viajero dice “lugares nuevos” si la tierra tiene millones de años?. ¿Cómo se cuentan los años de la gente y cuándo comienza un nuevo año?. ¿En la fecha del nacimiento o el 31 de Diciembre?. Quiero perderme para poder buscarme y encontrarme. Quiero equivocarme, pero si no lo hago me equivoco porque quise equivocarme y no pude. Quiero escapar, pero si no me encierro es imposible. Quiero tener más brazos para abrazar con más fuerza, pero puedo no tener a quién abrazar. Quiero decir cosas, pero temo que nadie me escuche. Quiero escribir la verdad, pero la mentira tiene más color. No quiero morir. ¡Al final encontré algo que no quiero hacer! Pero... ¿Y si realmente no es así?. Quiero levantar un muro enorme para demostrar mi fuerza, pero me impediría ver el otro lado. Tengo ganas de ser otra persona, pero si soy otro podría tener ganas de ser lo que soy ahora. Tengo ganas de recordar lo olvidado, pero corro el riesgo de querer olvidar lo recordado. Quiero regresar al pasado, pero el presente lo será en el futuro. Quiero saberlo todo, pero no sé cómo hacerlo. Tengo ganas de estar seguro, pero no estoy seguro de lograrlo. Tengo ganas de no querer nada, pero no quiero hacerlo. Quiero saber la hora exacta del momento en que voy a saber la hora exacta. Quiero enfadarme conmigo mismo, pero no me doy motivos. Tengo ganas de seguir diciendo muchas cosas más, pero primero debo acabar con esto. Quiero inventar mil finales, pero con uno me basta.
Hoy es un dia diferente al de ayer, no significa ni mejor ni peor, sino diferente.
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Pedido de rescate de posible secuestro :)

Frases Célebres del pofesor Jhon McKeyn