![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4siMOdhR1xYEwRJFCNei8DbxirNLL8K2s5ttpdvSX_7W2KTAR1R5TNbXgcfnAnWZG5H4LcWFtcvHm-pg-szDGojTB5qft2p6UYdJESxuCFa4qu8WV-fbMFVMAczobdMQPNZydykVKlg/s320/bus.gif)
Nunca pensé salir de mi casa y menos a otro país, ¿para qué si acá estoy bien?. Pero la vida tiene esas cosas, y fue ahí cuando me di cuenta que la vida es como el mar y nosotros somos la botella que ha sido arrojada. Nunca sabremos a donde iremos a parar.
Como me gusta ver el paisaje por la ventanilla de un autobús. Es como si la vida pasara a toda velocidad y lo único que no se mueve es el cielo. ¿Qué pensará la gente que está sentada en este mismo autobús?, ¿En sus trabajos, en sus familias o en lo mismo que yo?, ¿Por qué no nos animamos a mirarnos a la cara?. Sólo miro a la chica que está a mi izquierda, pero cuando ella no me mira. Ahora... ¿ella me mi mira cuando no la miro?, no lo sé y creo que nunca lo sabré por una simple razón... sólo la miro cuando no me mira.
Ahora está comiéndose un yogurt y un plátano. Lo sé porque no me mira. Como me gustaría que me mirase y me dijera: “hace una hora que sólo te miro cuando no me miras”... me muero, juro que me muero. Pero que torpe sería de mi parte morirme justo en el momento en que una mujer así te diga eso. Pero yo soy así, sería capaz de morirme en el mismísimo momento en el que nadie lo haría.
Sólo nos separan dos asientos y un pasillo. Y creo que es una distancia enorme. Sé que no lo voy a lograr. Hablar con ella sería casi imposible. Y lo peor de todo es que... ni siquiera me mira. No sé porque me detengo hablando sólo de ella si somos muchos en este autobús. Bueno... en realidad me estoy mintiendo a mí mismo porque sí sé porque hablo sólo de ella.
Ahora está jugando con su espejo. Aparentemente quiere estar más linda. Que estupidez, no se puede estar más linda. Porque realmente es hermosa. Y si pudiera, ahí si me muero. Otra vez jugando con la muerte. Ya morí dos veces en este viaje.
No me animo siquiera a preguntarle la hora por miedo a que se dé cuenta que yo también llevo reloj. ¿Tendrá novio?, seguro que sí, una mujer así jamás podría estar sola. Entonces ya no tengo oportunidad. Pero... ¿Para qué quiero una oportunidad si estoy evitando que se dé cuenta que la estoy mirando?. No sé que hacer. Bajarme del autobús no puedo porque ni sé por donde estoy. Creo que lo único que me queda es... contarle la historia.
Pablo Claro
Como me gusta ver el paisaje por la ventanilla de un autobús. Es como si la vida pasara a toda velocidad y lo único que no se mueve es el cielo. ¿Qué pensará la gente que está sentada en este mismo autobús?, ¿En sus trabajos, en sus familias o en lo mismo que yo?, ¿Por qué no nos animamos a mirarnos a la cara?. Sólo miro a la chica que está a mi izquierda, pero cuando ella no me mira. Ahora... ¿ella me mi mira cuando no la miro?, no lo sé y creo que nunca lo sabré por una simple razón... sólo la miro cuando no me mira.
Ahora está comiéndose un yogurt y un plátano. Lo sé porque no me mira. Como me gustaría que me mirase y me dijera: “hace una hora que sólo te miro cuando no me miras”... me muero, juro que me muero. Pero que torpe sería de mi parte morirme justo en el momento en que una mujer así te diga eso. Pero yo soy así, sería capaz de morirme en el mismísimo momento en el que nadie lo haría.
Sólo nos separan dos asientos y un pasillo. Y creo que es una distancia enorme. Sé que no lo voy a lograr. Hablar con ella sería casi imposible. Y lo peor de todo es que... ni siquiera me mira. No sé porque me detengo hablando sólo de ella si somos muchos en este autobús. Bueno... en realidad me estoy mintiendo a mí mismo porque sí sé porque hablo sólo de ella.
Ahora está jugando con su espejo. Aparentemente quiere estar más linda. Que estupidez, no se puede estar más linda. Porque realmente es hermosa. Y si pudiera, ahí si me muero. Otra vez jugando con la muerte. Ya morí dos veces en este viaje.
No me animo siquiera a preguntarle la hora por miedo a que se dé cuenta que yo también llevo reloj. ¿Tendrá novio?, seguro que sí, una mujer así jamás podría estar sola. Entonces ya no tengo oportunidad. Pero... ¿Para qué quiero una oportunidad si estoy evitando que se dé cuenta que la estoy mirando?. No sé que hacer. Bajarme del autobús no puedo porque ni sé por donde estoy. Creo que lo único que me queda es... contarle la historia.
Pablo Claro