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martes, 21 de julio de 2009

¡CRUZ!



En el hospital de mi ciudad casi todos los días nacían chicos. Sé que no hay nada de raro en que sucedan esas cosas porque es muy normal que así sea, pero lo curioso fue que uno de esos días nacieron dos chicos al mismo tiempo, y las enfermeras, con el apuro que tenían, se habían olvidado a quién pertenecía cada niño. Una de ellas dijo: -¡Tiremos una moneda al aire y así decidiremos a qué madre entregaremos cada niño!.
-¡Cruz! Se escuchó decir a una de ellas, y fue así que Lucas fue a parar a la familia Pereyra, y Nahuel a la familia Castro.
Estas dos criaturas comenzaron a crecer con vidas diferentes porque, Lucas pertenecía a una familia muy pobre; en cambio Nahuel en una muy poderosa y rica. Lucas nunca tuvo un juguete porque sus padres no tenían dinero para hacerle un regalo, ni siquiera en su fecha de cumpleaños. Pero él era muy feliz porque recibía todo el cariño que necesitaba y que seguramente suplantaba todo lo material. En cambio Nahuel lo tenía todo. No le faltaba absolutamente nada.
La vida transcurría y ellos crecían. Hasta que un día se conocieron en el bar de la universidad donde ellos estaban estudiando. Se miraron a los ojos. Sabían algo que los demás no sabían, pero no se daban cuenta de lo que era. Nahuel invito a un café a Lucas porque se dio cuenta que éste no sólo no llevaba dinero, sino que su vestimenta delataba su pobreza.
Antes de conversar Nahuel dice: -Siéntate.

-No, por favor, siéntate tú primero. Respondió Lucas con un poco de timidez.
-¡Está bien! acotó Nahuel -¡Tiremos una moneda al aire y así decidiremos quién se sienta primero!.
Obvio que el que tiró la moneda fue él mismo porque Lucas no llevaba ninguna. La moneda quedó cerca del pie de Lucas y éste la miró y dijo: -¡cruz! Y uno de ellos se sentó primero.
Comenzaron a hablar de muchas cosas, algunas materiales y otras espirituales. Nahuel hablaba de su coche nuevo, su piso a estrenar y de muchas cosas que sólo el dinero puede comprar. En cambio Lucas sólo hablaba de sus padres y de todo el cariño que le dieron, porque era lo único que le habían podido ofrecer. Y orgulloso de haberlo recibido. En ese entonces comenzaron una gran amistad. Nahuel pasaba a buscar a Lucas todos los días por su casa para ir juntos a la universidad, a bailar, de compras. Eran casi como hermanos.
Un día, saliendo para hacer deportes por el parque conocieron a dos chicas. Eran hermanas gemelas. Los dos quedaron enamorados a primera vista, pero había un problema, ¿Quién se quedaba con quién?. Entonces Lucas dijo : -Arrojemos una moneda al aire y el ganador decide.

-¡Está bien! Respondió Nahuel sonriendo.
La moneda cayó al suelo y se escuchó decir -¡ Cruz!. Y a uno de ellos le tocó elegir. Casualmente las chicas habían hecho exactamente lo mismo para tomar una decisión porque los dos eran muy apuestos. Iniciaron una relación excelente entre los cuatro, a tal punto que pasaban los meses y se afianzaban cada vez más como parejas. Luego de un tiempo Nahuel y Lucas se casaron con las gemelas y fueron a vivir al mismo barrio sólo para estar juntos, porque la amistad que habían forjado era tan fuerte que ni siquiera el peor de los errores podría separarlos. Eran muy felices. Tuvieron hijos y Nahuel llenaba de regalos no sólo a los suyos, sino también a los de su amigo porque conocía su pasado y no quería que los pequeños pasaran por lo mismo.
Hasta que un día, los dos salieron a pasear en el coche de Nahuel, cuando de repente un camión se les cruzó por el camino. El vehículo dio tantas vueltas que la gente que estaba observando, corrieron urgente para ayudarles. Desesperación total.
Pero en otro lugar, en uno casi desconocido llamado “cielo”, casualmente ya se encontraban estas dos personas a las que sus vidas fueron cambiadas por el azar. Asustados los dos se preguntaban donde estaban, hasta que se les presentó Dios y los serenó diciéndoles:
- Calma hijos, quiero contarles algo: ustedes llevaron vidas equivocadas en familias que no eran las suyas, pero se han portado de una manera muy humana y solidaria entre los dos, y más tú Nahuel que has estado con una familia adinerada y has ayudado a Lucas. Y es por eso que dejaré que sólo uno baje para seguir con su vida, así que decídanlo y me lo hacen saber.
Fue en ese momento cuando Lucas y Nahuel se miraron a los ojos al mismo tiempo. Se les notaban sus nervios, sus ansiedades por saber quién se quedaba y quién no, hasta que Nahuel comenzó a sonreír. Lucas lo observaba sorprendido como no entendiendo su risa, y Nahuel con voz graciosa le dice: - ¿Alguien tiene que bajar, no?. - ¡Sí! Dice el otro que todavía no salía de su asombro. - Bien, dijo Nahuel, -Entonces arrojemos una moneda al aire y el que gana se queda. Lucas cambió su cara y comenzó a reír. Y mientras la moneda giraba en el cielo, en la tierra todo era desesperación, sonido de sirenas, ambulancias, llantos, etc.
Y así fue que esa vez el azar no pudo con ellos porque la moneda cayó, pero en el cielo ... Se quedaron los dos.

Pablo Claro

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