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domingo, 3 de agosto de 2008

ESE NIÑO


No sé como comenzar esta historia, pero creo que lo voy a hacer hablando de dónde vivo. Lo hago en las alturas, eso no significa que vivo en las nubes, sino en un piso 14. Eso sí, lo veo todo, o casi todo. Veo la gente pasar, los pájaros volar, veo aviones, coches, también veo el mar y por ende también veo barcos, lanchas, botes, más gente pero nadando o en sus motos acuáticas. ¡Como me gustaría tener una de esas!. Perdón pero no puedo dejar de mirar a esa persona que esta subida a esa moto acuática. Observo la felicidad mezclada con el vértigo por la velocidad que lleva.
Hay un niño que también lo observa. Seguramente estará pensando lo mismo que yo, que también le gustaría tener una de esas motos, pero seguramente con otros motivos. Él la querrá para jugar, yo para intentar conseguir alguna linda mujer que se enamore de mí... Y de mi moto, por supuesto. Seguramente podría conseguir más de una bella mujer con esa moto, porque es muy bonita y tiene gamas de colores preciosos combinados con formas aerodinámicas de ultima tecnología. ¡Que loco, ya estoy hablando como si fuese experto en motos acuáticas!. Las cosas que producen en nosotros las mujeres, porque si hablo de esa máquina es por ellas, o por conseguir alguna de ellas.
El niño sigue ahí sentado. Ese es un dato que se me había pasado, porque el muchacho esta ahí, sentado junto a una roca en la playa entre el agua del mar y el paseo de peatones. La arena rodea esa roca de una manera muy extraña, así por decir, porque pareciera que la naturaleza colocó esa roca para que justamente ese niño se sentara, y esa arena para que éste apoyara sus pies. Viéndolo de esa manera parecería espectacular, pero si es de la manera que lo vemos siempre... Da igual, es solo un niño más.
Hay muchas más cosas que se ven desde la altura, pero ya no me interesan porque solo observo, junto con el niño, esa moto deslizándose en el agua. Me veo subido a ella y demostrando mis habilidades a esas damas que pasan hablando entre ellas. El niño ni las mira, es obvio, es un niño y solo piensa en poder subirse y correr libremente a toda velocidad por las aguas del mar. ¡Que bonita es la rubia de la derecha; la morena tampoco esta nada mal!, pero la rubia se la ve un poco mas atenta, hasta creo que fijó su vista al lugar donde estoy. ¿Me habrá visto?. Porque si yo la puedo ver, ella también podría hacerlo. ¿No?. No creo, hay demasiadas cosas para ver en este lugar. Hay muchos edificios. Pero yo también tengo mucho para ver y sin embargo es a ella a quien estoy observando. Seguramente si yo fuese esa persona que está subida en esa moto me estarían mirando a mí, pero como estoy a más de cien metros de distancia soy un punto insignificante. ¡Ven, por eso me gustaría tenerla!, a la moto decía... Bueno, a la chica también.
Me encantaría saber si el jovencito lo está pasando bien o está triste por el simple motivo de no poder jugar con esa moto. Yo tendría esa mezcla de tristeza por la impotencia de no tenerla y diversión al ver algo tan increíble. Pero la mirada de ese niño era muy diferente a muchas otras porque se trataba de una muy difícil de interpretar. No sé como explicarlo. Las mujeres se detienen y no quitan la vista a esa persona de la moto, ¡que envidia por Dios!, pero envidia sana, jamás desearía algo malo a una persona por envidia. Pero no estaría mal que haga un poco el ridículo sin hacerse daño je je. ¡Que tonterías estoy diciendo!. Voy a bajar para ver de cerca no solo a las chicas, sino a la moto que de lejos se ve tan bonita.
Ahora sí, desde abajo se ve todo absolutamente diferente, ya sea más grande cómo también más cerca. Cuando es más grande se puede sentir la magnitud de lo que estamos viendo y cuando es más cerca los detalles están muy a la vista. Me acabo de dar cuenta que la morena es más bonita, pero la rubia no está nada mal. Ese niño sigue ahí, en el mismo lugar. Pensé que en el tiempo en que tardara en bajar, él ya no estaría, pero mis estadísticas fallaron. Me sentía un poco ridículo cerca de esas mujeres porque las miraba pero no me animaba a decirles nada. Observo que el joven gira su cabeza y nos ve a los tres, sonrió y volvió a enfocar su mirada hacia la moto. Es solo un niño, no entendería el motivo por el cual vine a este lugar. El tiempo pasaba y ya me dolían los pies de estar parado detrás de esas mujeres, entonces decidí ir a sentarme junto a ese niño que a esa altura ya sentía pena por él. Me coloqué cerca, muy cerca del joven y comencé a decirle: -¿que bueno sería conducir una moto de esas , no?. Para poder jugar y divertirse en el mar como lo esta haciendo esa persona. Yo de chico tampoco tuve dinero para conseguir una de esas, pero eso no fue impedimento para ser feliz. La felicidad se puede encontrar en las cosas más simples y no importa si el dinero no abunda. Tú eres un niño y tienes derecho a divertirte como tal. A mí también me gustaría tener una de esas motos y poder divertirme... El niño me miró, sonrió nuevamente y me dijo: -¿quién habla de divertirse? Me gustaría tenerla para intentar conseguir alguna linda mujer que se enamore de mí... Y de mi moto, por supuesto.
Pablo Claro

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