Bienvenido Nº: TU A LO TUYO!!!

domingo, 3 de agosto de 2008

INTERESANTEMENTE SIMPLE


Una vez a la semana salgo a caminar por mi barrio para ver si logro encontrar a la mujer de mi vida. Las veo pasar a todas con indiferencia, pero tengo que llamar la atención como sea. No sé a cual elegir porque mi ciudad parece un harem, todas hermosas. Entonces fue cuando pasó delante de mí una morena impresionante que a su paso dejaba una grieta. Porque hasta el suelo no soportaba tanta belleza. -Tengo que pensar algo inteligente. No puedo hablar sobre cualquier cosa. Tengo que demostrar que soy un tipo interesante. Y en el momento en que iba a cruzar la calle, el semáforo se puso en rojo. ¡Sí, Dios existe!. Me acerqué a ella muy lentamente con un andar provocativo. No se me ocurría nada. Mi mente estaba en blanco. Y justo en ese instante pasó delante de nosotros un coche con una pegatina de “greenpeace” con un logotipo de la radioactividad, el dibujo de un pez y una inscripción que decía: “cuide la ecología”. Entonces pensé: ¡ya está!. ¡Le pregunto algo sobre la radiación!. Me sentía un ecologista, es más, me sentía Jacques Costeau. Me acerqué a ella y le dije: -¡hola! ¿Qué tal?, ¿Te gustaría conversar un momento conmigo?
-bueno, ¿por qué no? - contestó.
Era mi oportunidad para demostrarle que mi cabeza no solamente la tenia para juntar piojos.
-¿sobre qué te gustaría hablar? Me dijo.
Ya me sentía ganador. Me sentía como David Bisbal en operación triunfo. La miré a los ojos y le dije: -¿qué opinión me darías acerca de la radiación en el agua?. Por dentro me decía a mí mismo: ¡vamos todavía!, pero por fuera era un caballero de la mesa redonda.
- ¿de qué? Me dijo. Juro que casi le dije: -¿de la radiación en el agua “tonta”?. pero eso de tonta me hubiese quitado puntos
- ¡ah, sí!, Bueno mira: la cantidad de radiación que llega a un sistema acuático va a posibilitar la capacidad de fotosíntesis a determinadas comunidades betónicas. Hay una determinada zona de los sistemas acuáticos dentro de la cual se puede llevar a cabo un balance fotosintético positivo llamado “zona eufótica” donde la fotosíntesis bruta supera a la respiración total.
¿¡Foto qué!?, ¿¡Eufo qué!?, ¿¡Respi qué!?. Juro que en ese momento sólo pensaba en el gol con la mano de Maradona contra los ingleses.
Trataba de acordarme cuál había sido la última frase o la última palabra que había dicho, así seguía la conversación o sino estaba frito. Y fue ahí que le pregunté con un poco de miedo, obviamente, a lo que supuestamente iba a venir. Tenía que demostrarle seguridad en las palabras. Sudaba más que un testigo falso.
- ¡que importante el coso eucaliptico!... ¿no?
- ¿qué cosa? Dijo haciendo un gesto de no haber oído bien.
- el calisto ese. Mi lengua se trababa cada dos letras que pronunciaba.
- ¿la zona eufótica?
-¡sí! ¡Lo que acabo de decir!. El alma me había vuelto al cuerpo.
- ¡ahh!, Si claro, porque la zona eufótica es específica para cada tipo de alga, aunque sus diferencias son pequeñas.
Semáforo salvador. ¡Verde!. La gente comenzó a empujar para cruzar antes que éste cambiase de color. ¡Si, Dios existe!. Me dejé llevar por la gente como si fuese un ladrón que había sido apresado. ¡Zafé!.
Seguí caminando. Me paré a mirar en una tienda de ropa unos pantalones que siempre quise comprármelos, pero eran esos pantalones que nunca podría usar. Y cuando me di la vuelta para retirarme se acercó una mujer de pelo rojo. Le quedaba tan bien ese color que hasta me hizo acordar a un atardecer. Primero pensé en preguntarle lo mismo, pero si me respondía todo eso de nuevo me cortaba las venas con un a barra de pan. La miraba y pensaba: -¿qué le pregunto, qué le pregunto?. Y como soy una persona que tiene un cierto grado “elevado” sobre la cocktelería, qué otra cosa podría hacer, que hablar de los cócteles. Porque ése es un mundo fascinante. Y además interesante, como yo. Me acerqué y le dije: -yo soy barman.
- ¿¡sí!?, Me dijo con una pequeña sonrisa.
- así es, y preparo cócteles, hago unas cuantas cosas con las botellas y cosas así. Yo hablaba como restando importancia a lo que estaba diciendo, pero me sentía Clar Kent, porque por fuera era una simple persona pero por dentro sabía que era Superman. Ella escuchaba cada palabra que yo decía. ¡Ya es mía, así se conquista a una mujer!, pensaba.
Cansado ya de hablar con mis humildes palabras le pregunté: -¿sabes lo que significa la palabra “cock-tail?. Ya estaba por dar vuelta el reloj de arena para comenzar a explicar algo que es muy interesante.
- sí. Me dijo
- ¿¡sí!?
-si, el término ingles cock-tail, literalmente cola de gallo, existía desde comienzos del siglo XIX. Sobre el origen de este término circulan las historias más fantasiosas y más increíbles. Pero todas están de acuerdo en un punto: fue en Norteamérica donde se inventó. Los primeros bares se abrieron allí y los primeros cócteles, dignos de ese nombre fueron allí creados. También el primer libro de recetas se editó en Norteamérica en 1862. Los dueños de los bares norteamericanos y especialmente cubanos, se convirtieron en los príncipes de este nuevo arte a la manera de los grandes gastrónomos europeos.
Hice un gesto como que alguien me llamaba y ahí comencé a correr. Esquivaba a la gente como en el segundo gol de Maradona contra los ingleses. No podía ser, las dos mujeres más hermosas que la vida había puesto en mi camino me dejaban en ridículo con una facilidad increíble. Tomé el camino de vuelta a casa. Tenía un mal humor que no soportaba ni siquiera un saludo. Faltaban solo unos metros para llegar a mi casa y la vi. Rubia, cabello largo y alisado, usaba dos trencitas y un gorrito de lana. Ojos celestes, labios finos, una sonrisa única, una camiseta a rayas que le permitía mostrar un águila tatuada en su espalda y unos vaqueros que parecía que lo hubiesen fabricado exclusivamente para ella. Era un ángel. Pero... ¿de qué puedo hablar con ella?. De lo que ella quisiera no, porque si decía de medicina o de abogacía, y yo con el mal humor que tengo, no sé que es lo que haría. Entonces solo atiné a mirarla, nada más. Tenía miedo hasta de toser por las dudas que ella pensara que quería hacerle alguna pregunta.
Nos quedamos mirándonos mutuamente y me dijo: -¡hola!. En ese momento no sabía qué hacer ¿¡qué hacia, la saludaba!?. Porque si no la saludaba quedaba como un idiota, además queda mal no saludar a una mujer, y encima ¡qué mujer!. Pero si la saludaba estaba obligado a conversar con ella. ¡Que desesperación!. Tragaba saliva, me sudaba por encima de la nariz.
-¡hola!. Le contesté con nerviosismo. Después de ese “hola” no emití sonido alguno. Estaba como petrificado. No quería dar ningún indicio de conversación. Ella observó hacia ambos lados con un poco de timidez y volvió a hablarme:
-¿te gustaría conversar un momento conmigo?. ¡Ay, se me vino la noche, se me vino la noche!. Si me hablaba de algo raro te juro que en ese momento le hacía una toma de karate o de kung fu. No dije nada. Solamente acepté haciendo un gesto con la cabeza como diciendo: sí.
- Yo aprendí muchas cosas en la vida, me decía -y no me creo una persona interesante. Podríamos hablar de ecología, de medicina, de abogacía y hasta de coctelería, que algo escuche por ahí.
Yo la escuchaba hablar mientras observaba hacia ambos lados buscando un lugar para empujarla y que me diera el tiempo suficiente para llegar a mi casa. Y fue cuando dijo: -pero todo eso a mí no me interesa. Me gustaría hablar sobre algo que nos interese a los dos. ¿Cómo puede llegar a saber una mujer increíble como ella lo que le interesaba a un melocotón como yo?, ¿Qué estaría por preguntar?. Y no tardó mucho tiempo en hacerlo:
-¿te gustaría hablar de fútbol?. ¿¡De fútbol dijo!?, ¡No lo podía creer!. Pero... ¿ella no será una de esas mujeres que sólo van a ver los partidos para mirarles las piernas a los jugadores?. Entonces le dije:
-bueno, como quieras pero, ¿de qué?, porque el mundo futbolístico es muy amplio.
-no lo sé, te gustaría hablar de... Y ahí comenzó a dudar. Lo sabía, era una de esas mujeres. Entonces decidí presionarla diciéndole: -¿de qué, dale, de qué?
- no lo sé, te gustaría hablar de... de...
- ¿y, vamos?
- de... De... ¡De los goles de Maradona contra los ingleses!
- ¡...!. Y en ese momento me enamoré. No tenía ganas de decirle que sí. Con lo que había dicho, hasta tuve ganas de proponerle casamiento. Y fue ahí que comprendí que, las cosas simples son mucho más interesantes, cuando alguien interesante... Dice cosas simples.
Pablo Claro

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parecio genial esta historia, no se si sea verdad, no se si sea mentira, no se si este sacado de un libro o de una historia cualquiera... pero me encanto... felicitaciones por tan buena historia :)

Hoy es un dia diferente al de ayer, no significa ni mejor ni peor, sino diferente.
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